Tu hijo está siempre enfermo, «no levanta cabeza»,… ¿quieres saber por qué?, ¿puedes hacer algo para evitarlo?
Y no, no es porque está «bajo de defensas».
Articulo actualizado enero 2023
Si tienes un hijo de 2 años, sobre todo si va a la guardería, es muy habitual que estés visitando al pediatra, más alguna visita a urgencias, cada semana y más de una vez… Y llega un momento en que te preguntas:
«¿es normal?, ¿estará «bajo de defensas»?, ¿algo no estamos haciendo bien?, ¿qué podemos hacer para que no pille tantas cosas?»
Primero tienes que saber cómo funciona el sistema inmunitario, cómo se defiende el organismo de las infecciones. Porque la mayoría de esas enfermedades que está pasando tu hijo son infecciones víricas en su gran parte, y alguna bacteriana.
El recién nacido tiene un sistema inmunitario prácticamente a estrenar. Tiene las defensas que le pasa la madre, sobre todo en el último trimestre del embarazo. En este período los anticuerpos (que son esas defensas que la madre ha ido creando a lo largo de su vida cuando ha entrado en contacto con diferentes virus y bacterias) pasan por la placenta al feto. Estos anticuerpos en el recién nacido van a ir declinando hacia los 12 meses, aunque duran hasta los 15-18 meses. Es decir le protegen sobre todo, en los primeros meses en que es más vulnerable, hasta que su sistema inmune vaya fabricando sus propios anticuerpos.
Por eso, a partir de los 12-15 meses el lactante va a ir enfermando más, porque se le van «acabando» los anticuerpos maternos; y tiene que ir fabricando los suyos propios. Pero para que cree su propia inmunidad tiene que contactar con esos virus y bacterias, y tiene que enfermar. Muchos de los síntomas que aparecen con cualquier infección forman parte de la respuesta del sistema inmunitario en su lucha contra el virus o la bacteria, y un buen ejemplo de ello es la fiebre (por eso no hay que bajarla a toda costa).
Para que un niño esté «siempre enfermo» influyen tres factores:
Uno. Posibilidad de contagio. Ese niño de año y pico, todavía «virgen» frente a la mayor parte de virus y bacterias que existen, lo podemos tener en tres situaciones diferentes:
- Primer hijo, sin hermanitos, y no mucho contacto con otros niños pequeños. En este caso el número de veces que puede entrar en contacto con virus o bacterias nuevas para él son relativamente pocos. Enfermará de vez en cuando.
- Niño con uno o más hermanitos más mayores, entonces ya tiene más oportunidad de coger cosas. Enfermará con más frecuencia.
- Niño que empieza la guardería al año y pico. Este niño va a entrar en contacto con mucha más frecuencia con virus, por lo que enfermará muy a menudo.
Dos. Cuanto duran estos virus que pilla. Pues los más frecuentes que son los virus catarrales, pueden hacer que el niño esté con tos y sobre todo mocos (muchos mocos) durante 10 a 20 días. Los virus gastrointestinales, que dan vómitos y/o diarrea, pueden durar también hasta 10 días,… Luego hay otros virus que producen casi sólo fiebre, o los que se acompañan de erupciones en la piel,… Se calcula que:
un niño puede pasar unos 30 a 40 procesos infecciosos durante los 5 primeros años de vida,
Estos procesos se concentran entre el año y los 3 años si va guardería, y muchos de esos virus son más frecuentes en los meses de otoño a primavera. Haciendo un cálculo general, como promedio un niño de 2 años puede pasar entre 10 y 15 enfermedades infecciosas por año, concentradas en unos 8-9 meses.
Es decir, puede enfermar de 1 a 2 veces al mes, y si cada enfermedad puede durar entre 1 y 2 semanas, ¿cuántos días sin ningún síntoma le quedan?,… pues muy pocos.
Tres. Predisposición individual. Por supuesto, que no todos los niños enferman igual. Aquí entran muchas variables individuales, cada niño enferma de una manera y le pueden durar más o menos los síntomas. También influyen las variables circunstanciales: como la edad exacta que el niño entra en la guardería. No es lo mismo si empieza a los 15 meses, que si lo hace a los 2 años y medio. Luego, en algunos niños ciertos procesos pueden hacerse más persistentes y «alargar» los síntomas; me refiero a aquellos niños que puedan tener: hipertrofia adenoides, otitis de repetición, asma,…
¿Cómo sabemos que no está bajo de defensas?
Esta es la pregunta que enseguida os hacéis los padres. Lo que más os preocupa es saber si todas esas infecciones que coge no se deben a que tenga algún problema del sistema inmunitario, o de otro tipo, y que el problema pueda ir a peor o «hacerse crónico».
Vuestro pediatra tendrá que valorar cada caso concreto para distinguir lo que es «normal» de lo que no lo es, o si hay que descartar algún problema. Para ello hay que tener en cuenta no solo el número de infecciones que pilla, el tipo de infecciones, la edad del niño, si va o no a guardería, si se suelen complicar, etc.
El niño que coge muchas infecciones su sistema inmunitario es normal, funciona bien, porque coge muchas cosas pero se defiende de ellas; lo que sucede es que está muy ocupado.
Cuando un niño tiene «malas defensas» no se refleja en que coge muchas cosas, sino que cuando tiene alguna infección, ésta no se cura o se acaba complicando en algo más serio como una sepsis (infección en la sangre), una neumonía, una meningitis,… También puede ser indicativo, el que tenga infecciones por gérmenes poco habituales, o que siguen una evolución atípica. En estos casos sí que puede haber una alteración del sistema inmunitario.
También hay ciertos procesos que de repetirse, aunque no indican un déficit del sistema inmunitario, sí que pueden indicar que hay un problema de base. Como el niño que con los catarros tiende a coger «bronquitis» se debe sospechar que puede tener una forma de asma, o de hiperreactividad bronquial; o en el niño que los catarros tienden a sobre-infectarse por bacterias, o producir otitis, pueden tener hipertrofia de adenoides (vegetaciones), o en el niño con diarreas frecuentes, puede deberse a una intolerancia alimentaria,… Estos casos se deben valorar por el pediatra para establecer un diagnóstico o descartarlo.
Y en el niño que no tiene ningún problema del sistema inmunitario,
¿Se puede hacer algo para prevenir que no esté siempre enfermo?
Es más fácil recomendar un tratamiento, el que sea, que recomendar paciencia, esperar que vuestro hijo se haga mayor y se vaya inmunizando, y no hacer nada, solamente sólo tratar cada proceso cuando lo necesite. Pero los siguientes consejos pueden ser útiles:
- Respetar la convalecencia: que esté más tiempo recuperándose en casa cuando tenga cualquier tipo de infección. Aunque está claro que para algunos padres esto puede suponer un trastorno de organización.
- Tratar cada proceso infeccioso correctamente, sin excesos. Cuando hay fiebre es mejor tratar el malestar, no hay que olvidar la fiebre ayuda a defenderse de la infección. Los antibióticos se deben utilizar sólo en las ocasiones que estén realmente indicados (que suelen ser muy pocas).
- Vacunar al niño de las vacunas recomendadas, para protegerlos de las infecciones graves.
- Si aún está tomando pecho, que sigua con la lactancia materna.
- Evitar el humo del tabaco.
- Medidas de higiene básicas: lavado de manos, evitar en lo posible contacto con personas enfermas, toser/estornudar en el codo,…
- Buen descanso: horas de sueño apropiadas para la edad, una buena rutina del sueño,…
- Una alimentación saludable, basada en hortalizas, frutas, legumbres… siempre es recomendable.
- Los probióticos, en una revisión reciente parecen prometedores (Cochrane, 2023). Se utilizan diversas especies de Lactobacillus (no exactamente las de los yogures).
- Suplemento oral de cinc: todavía existen demasiadas dudas de su eficacia para hacer una recomendación general.
¿Sirven las vitaminas?
- La vitamina C: Con los estudios realizados, no está claro. Podría tener efecto preventivo en niños (Cochrane, 2013). En cualquier caso, siempre es recomendable que coman frutas con vitamina C (naranjas, mandarinas, fresas,…).
- Vitamina D: no parece prevenir en general. Pero es posible que algunos niños en invierno se beneficien de su suplementación porque tengan niveles suboptimos.
(Los niños menores de 12 meses ya toman un suplemento de 400 UI/día de vitamina D)
Lo que si pasa a veces es que con todos estos virus el niño no come«, aunque en nuestro medio los déficits en vitaminas son casi inexistentes, se debe valorar en cada niño individualmente. Si se sospecha que el niño puede tener un déficit vitamínico o nutricional es raro que sea debido sólo a las infecciones de repetición, y habrá que descartar otras causas. Consultad con el pediatra.
Y lo que NO suele funcionar:
- Los medicamentos para «aumentar las defensas»: no hay estudios serios que demuestren su eficacia. Y tampoco parece que sea una buena idea estimular demasiado el sistema inmunitario.
- Remedios «naturales», miel, jalea real, propóleo,… Nada de todo esto tiene demostrada ninguna eficacia
- Equinácea y oscillococcinum, no hay evidencia suficiente de su eficacia.
- Homeopatía: no tiene ningún respaldo científico
El primer año de guardería puede ser duro para los padres, que tenéis una sensación de impotencia y hartazgo («¿otra vez con fiebre?»); pero no os desesperéis, confiad en vuestro pediatra,…
Y se acaba pasando rápido!
Articulo actualizado enero 2023
Lectura adicional:
«Como cuidar a un niño enfermo» de la web En Familia de la AEP
Referencias principales:
Infecciones de vías respiratorias altas. Pediatr Integral 2022; XXVI (6): 332 – 339