Algunos padres creen que los antibióticos son «malos», y otros piensan que los pediatras deberíamos recetarlos con más «facilidad»
Una vez me llegó una madre a la consulta diciéndome: «me he decidido a venir a tu consulta porque me han dicho que estás en contra de los antibióticos». «Bueno»,-le contesté-,»no es una cuestión de estar a favor o en contra;… si tu hijo viene con una meningitis bacteriana te aseguro que estoy muy a favor de los antibióticos».
Y es que, en bastantes ocasiones me encuentro en la consulta tratando de convencer a unos padres de que su hijo NO necesita un antibiótico.
Y en otras, justo lo contrario, que es conveniente dárselo porque es una infección bacteriana.
Las ideas preconcebidas, los prejuicios y las «creencias» están ahí, y veo como muchas veces interfieren en temas de salud. Cabe pensar que ahora, con tanta información disponible no debería ser así; pero la realidad es que tanta información, y mucha de ella poco fiable, lleva muchas veces a perderse un poco, y se puede acabar por dar más crédito a ciertas ideas sin fundamento científico. Muchas personas tienen su «teoría», su visión, de cómo y porque suceden las cosas, y así es como muchos temas en relación con la salud acaban siendo una «creencia». Cuando se llega a ese punto parece que hay que estar «a favor» o «en contra».
Entonces, ¿los antibióticos son buenos o no?
Los antibióticos no son buenos ni malos. Están indicados o no están indicados.
Un antibiótico es una herramienta que tenemos para ayudar a un fin: curar una infección.
El antibiótico ayuda (y mucho), pero es el propio organismo, su sistema inmune, el que acaba curando la infección. En pacientes con inmunodeficiencias (enfermedades en las que no funciona bien el sistema inmune) con todo el arsenal de antibióticos de que disponemos no se consigue curar la infección muchas veces.
Los antibióticos son de varios tipos, según su mecanismo de acción, microorganismos frente los que son activos, etc. Si quieres saber más sobre cómo funcionan los antibiótico pincha aquí.
Para los padres que son «contrarios a los antibióticos»:
Los antibióticos han salvado muchas vidas y muchas complicaciones.
Es cierto que a veces se ha hecho, y se hace, un uso abusivo de los mismos. Pero los antibióticos, junto con las vacunas y la potabilización del agua, son de las herramientas en salud que más vidas han salvado (y siguen haciéndolo) en el mundo. Se puede ver un breve resumen de la historia de los antibióticos aquí.
Para los padres que no se sienten satisfechos si el pediatra no receta un antibiótico: los antibióticos no se recetan «alegremente» porqué:
- La mayoría de procesos infecciosos en los niños son víricos, y los virus no se curan con antibióticos. Existen los antivirales, pero tienen unas pocas indicaciones muy concretas.
- Dar antibiótico no previene una complicación bacteriana. Aunque hay ciertas patologías en dónde sí que se usan como preventivos, pero ese es otro tema.
- Dar antibiótico «por si acaso» casi nunca es una opción válida. Los antibióticos, como todo medicamento, pueden tener sus efectos secundarios, y siempre hay que valorar riesgo frente a beneficio.
- El abuso de antibióticos favorece la aparición de resistencias; es decir, las bacterias adquieren resistencia frente al antibiótico, por lo que las infecciones son más difíciles de tratar. Y esto se está convirtiendo en un verdadero problema. Tanto es así que el ECDC (European Centre for Disease Prevention and Control) lanza anualmente una campaña: «Día Europeo para el uso Prudente de los antibióticos», dirigida a profesionales y público general.
Si vuestro hijo se pone enfermo, no decidáis de antemano que hay que darle o que no hay que darle un antibiótico. Confiad en vuestro pediatra.
Revisado y actualizado: febrero de 2019
Alguna referencia más:
Decálogo del buen uso de los antibióticos. AEPap. Familia y salud.