Educar a los hijos en el consumo «responsable» es una labor fundamental de los padres,… y en la sociedad actual de exceso de oferta y de satisfacción inmediata, supone casi siempre remar contracorriente.
Es un esfuerzo añadido para padres, que ya tienen poco tiempo y muchas veces les pilla cansados. Pero es importante.
«las personas se sienten felices por cómo son y cómo se relacionan con los demás, no por lo qué tienen»
Para empezar, una historia real: Una vez en la consulta unos padres me comentaron lo que habían aprendido con el cumpleaños de su hijo de 3 años. Habían pensado celebrar 3 cumpleaños (!!!). Uno con los compañeros de la guardería, otro con los abuelos y tíos, y un tercero,-porque les apetecía mucho-, con los amigos. El niño recibió muchos regalos; algunos se quedaron sin abrir. Pero lo que llamó su atención, y les hizo reflexionar, fueron dos cosas. Una, que «ignorando» tantos regalos, en la 2ª fiesta el niño estaba jugando con unas pinzas de colores de tender la ropa. Y la otra, ya en la 3ª fiesta, su hijo, que normalmente era tranquilo, empezó a incordiar, a portarse mal,… Lo que el niño realmente quería era que su padre o su madre jugasen con él.
Los niños necesitan pocas cosas materiales, pero sí necesitan que sus padres pasen tiempo con ellos.
El problema del consumismo es que se confunden necesidad con el deseo de tener algo; deseo que se acaba convirtiendo en necesidad de tener siempre un estímulo nuevo, y apenas se disfruta de lo que se tiene para desear más.
¿Por qué es importante educar en el consumo?
Por tres motivos que tienen mucho que ver con la felicidad:
- Uno. Para no confundir bienes materiales con felicidad. Aunque parece obvio que bienestar material NO es igual a felicidad, y muchos estudios así lo corroboran, hay que insistir, porque el mundo de la publicidad está constantemente machacando con lo contrario, y los niños son las primeras víctimas de esa publicidad.
- Dos. Distinguir la necesidad, lo importante, de lo que no lo es.
- Tres. Ayuda a centrar la atención en que las personas se sienten felices por cómo son y cómo se relacionan con los demás, no por lo qué tienen. Este es un principio de incalculable valor que les podéis transmitir a vuestros hijos.
Y añadiría un cuarto motivo: sólo un consumo responsable, bastante menor que el actualmente estamos haciendo en los países donde nos lo podemos permitir, va a ser sostenible desde el punto de vista medioambiental.
Desgraciadamente el entorno social lo pone bastante difícil.
Hemos cambiado en pocas décadas de una cultura de gratitud (estar agradecidos por lo que se tiene), a una cultura de «tenemos derecho a… (casi cualquier cosa)».
De una cultura dónde el esfuerzo de conseguir las cosas tenía un valor en sí mismo, a no esforzarse para «ganarse» las cosas.
De tener paciencia, a quererlo todo «ya mismo…» (gratificación inmediata), y «más grande», «más moderno», «mejor»,…; a una sobrestimulación constante (si no «me aburro»), y a usar y tirar con gran facilidad (nada es perdurable). Todo ello bien alimentado con el bombardeo publicitario.
No, el entorno en el que estamos no lo pone nada fácil, ni para los niños ni para los adultos.
¿Cómo educar en el consumo «responsable»?
Se educa desde bien pequeños. De hecho según estudios en psicología infantil, muchos de los hábitos de vida se aprenden en los 3 primeros años.
Hay que comenzar con principios básicos de la educación, que sirven también para más cosas:
- El más básico: desarrollar tolerancia para la frustración. En la vida hay muchas pequeñas y grandes frustraciones, porque no todo es posible. Aprender que en la vida hay límites, físicos o sociales, y saber manejarse con esa «frustración», es una aptitud psicológica fundamental para ser feliz. No se trata de coartar su imaginación, su libertad,… se trata de que tu hijo aprenda lo que puede o lo que no se puede hacer. Decir «no» a tiempo a tu hijo, puede que te cueste, pero es también un acto de amor.
- Educad en la paciencia, en que no todo llega ya. Tiene que ver también con lo anterior, con tolerar cierta frustración; pero aprenderá a esperar las cosas con ilusión, y aprenderá a apreciarlas más cuando las tenga. Nada se valora menos que lo que se consigue con extrema facilidad.
- Educad en inteligencia emocional. Un niño más consciente de sus sentimientos y emociones, y en su relación con los demás, es menos probable que se deje arrastrar por el consumismo material.
Con estas tres aptitudes ya tenéis gran parte del camino hecho. Con unos consejos más podéis educar a vuestros hijos en un consumo responsable:
- «Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única» (A. Einstein). El ejemplo de los padres es fundamental. Puede que creas que tus hijos te escuchan poco o nada, pero te están observando todo el tiempo. Así que empezad por vosotros mismos.
- Usar cosas materiales como premio lo menos posible. En su lugar, premia con lo que más necesitan de verdad: tiempo con su madre o su padre. Ello contribuye además a que aprecie que lo importante es lo que él es y cómo él es, no lo que tiene.
- Cuando llega el momento de regalar algo material, piensa en algo que tu hijo realmente quiera, algo que puede que hayáis anticipado (recuerda lo de educar la paciencia de esperar las cosas). Por ejemplo, que tenga que esperar a la fecha de su cumpleaños para tener algo que quiere. Y no que se encuentre con un montón de regalos que ni ha pedido, ni desea.
- Piensa también, que es más positivo regalar experiencias en vez de cosas, como salir de excursión en bicicleta, un día de playa toda la familia, llevarle con sus amigos al cine,…
- Enseñadle el valor de las cosas cuándo tenga edad para ello.
Las cosas cuestan dinero, y conseguir ese dinero requiere tiempo, y el tiempo es el bien más preciado que tenemos.
- Si vuestro hijo es aún pequeño (menos de 4-5 años), intentad que vea publicidad lo menos posible, o nada. Y cuándo ya tenga edad para ello, enseñadle la «falsa felicidad» que se vende en los anuncios.
- Evitad colmar todos sus deseos.
- Y sobre todo, no intentéis sustituir tiempo con vuestros hijos por cosas que no necesita.
El mejor regalo que le podéis hacer a vuestro hijo es vuestro tiempo!
Lectura recomendable: El cerebro del niño explicado a los padres, Dr. Álvaro Bilbao (Plataforma Editorial, 2015)