Los mareos son frecuentes en adolescentes. A veces se acompañan de desmayo o síncope, con el consiguiente susto. La mayoría se deben al reflejo vaso-vagal, que es un proceso benigno, pero se deben investigar.
Conviene que los padres conozcáis algunas cosas sobre los mareos y el desmayo, como qué observar para ayudar al pediatra en su diagnóstico, qué signos pueden indicar que se trata de algo preocupante, y cómo se pueden prevenir.
Desmayo o mareo: síncope o «pre-síncope», ¿qué es?
La causa más habitual es el llamado reflejo vaso-vagal. Cuando éste se activa, se produce una disminución del flujo sanguíneo cerebral. Si esta disminución es lo suficientemente importante se produce el síncope o desmayo, que es una pérdida brusca de conciencia. Muchas veces esa disminución de flujo cerebral es leve, y sólo aparece el mareo.
El episodio de mareo o desmayo, suele ser de breve duración: escasos minutos. Primero aparece debilidad y sensación de mareo, que se suelen acompañar de palidez, sudoración, nauseas, visión borrosa, pitido en los oídos,… y muchas veces se queda ahí, sólo en mareo. Pero en ocasiones, tras unos segundos se produce la pérdida de conciencia: el síncope.
Tras el episodio, la recuperación suele ser completa pasados unos minutos, pero en ocasiones cierta sensación de debilidad, o de tener la «cabeza ligera», puede durar varias horas.
Un elemento clave para distinguirlo de otros procesos es que el niño se da cuenta de que se está mareando, y esa sensación la recuerda luego, aunque haya habido pérdida de conciencia.
Son más frecuentes en la pubertad. Los cambios que se producen en el cuerpo, crecimiento rápido, cambios hormonales,… influyen. Y se dan más en las adolescentes que en los adolescentes.
Los mareos y la pérdida de conciencia pueden tener muchas otras causas, por lo que siempre se deben consultar.
¿Qué puede desencadenar el mareo o el síncope?
Es importante identificar el desencadenante, tanto porque ayuda mucho en el diagnóstico, como para prevenir que se vuelva a producir.
Los mareos y el síncope pueden ser desencadenados por cualquier cosa que active el reflejo vaso-vagal. Típicamente pueden producirse por dolor (desencadenante frecuente), fatiga, calor, deshidratación, estrés, enfermedad vírica, «malestar» gastrointestinal, estar mucho tiempo de pie quieto, emoción intensa, ver sangre,…
¿Qué debéis observar los padres?
Ante un episodio de síncope se debe consultar al pediatra, pero la información que aportáis los padres, la información aportada por quienes han visto el episodio, y lo que recuerda el propio niño son muy importantes.
Es importante saber:
- En que circunstancias ha ocurrido: qué estaba haciendo, en qué posición, si hacía calor, si tenía algún dolor, si estaba enfermo, si acababa de hacer deporte,…
- Cuánto ha durado.
- Qué síntomas lo han acompañado: nauseas, palidez,…
- Si ha habido movimientos convulsivos. A veces el síncope se puede acompañar convulsiones, pero no es una crisis epiléptica.
- Cómo ha sido la recuperación en los minutos siguientes.
¿Cómo se diagnostica el síncope vaso-vagal?
Con unos desencadenantes claros y los síntomas típicos, solo hace falta una exploración general y neurológica, para su diagnóstico. Pero cada caso es diferente y la consulta con el pediatra es esencial, para valorar las causas. Es probable que requiera algunas exploraciones complementarias.
Signos de alarma. Estos signos pueden indicar (pero no siempre) que puede tratarse de algo más:
- Síncope que se produce durante el ejercicio físico.
- Que el síncope aparezca tumbado, en decúbito supino.
- Síncope sin desencadenante claro.
- Síncope acompañado de convulsiones, o movimientos anómalos.
- Pérdida de conciencia de larga duración: más de 5 minutos (aproximadamente). Esto hay que interpretarlo con cautela, porque es difícil en esas circunstancias calcular el tiempo de desmayo (se suele sobreestimar), y no suele haber nadie cronometrando.
- Antecedentes en la familia de muerte súbita en alguien de menos de 30 años.
¿Cómo prevenir o tratar el síncope vaso-vagal típico?
Muchas veces ante un primer episodio, que puede que no vuelva a repetirse, no hay que hacer nada en particular. Pero algunos consejos para prevenirlo pueden ser útiles. Algunas personas son propensas a los mareos y el síncope, en ellas sí que son importantes estos consejos:
- Importante: mantenerse bien hidratado. Beber agua con frecuencia. En algunos casos puede ayudar también tomar algo más de sal, sobre todo para reponer las pérdidas por sudor (ejercicio), en las comidas o en forma de bebidas isotónicas.
- Aprender a reconocer los desencadenantes y los síntomas previos al síncope, (sensación de mareo, debilidad, nauseas, sudoración,…).
- Cuándo se identifica un desencadenante, evitarlo, en lo posible. Por ejemplo, si se desmaya al estar mucho tiempo de pie, debería evitar esa situación.
- Si aparecen los síntomas previos al síncope:
- Inmediatamente tumbarse y poner las piernas en alto.
- Hacer tensión muscular para aumentar la presión sanguínea: tensar los músculos de los brazos y cerrar los puños.
- No tomar fármacos que pueden bajar la tensión arterial, que se suelen usar muy poco en adolescentes. Evitar el alcohol (bueno, todo adolescente debería evitar el alcohol, tenga mareos o no).
Sólo en algunos casos, que tienen síncopes frecuentes, con síntomas de aviso breves,… puede plantearse otros tratamientos (medicación, entrenamiento con camilla basculante,…).
En caso de síncope o mareo de tu hij@ consulta siempre al pediatra!
Fuentes principales de información:
Task Force for the Diagnosis and Management of Syncope, European Society of Cardiology (ESC), European Heart Rhythm Association (EHRA), et al. Guidelines for the diagnosis and management of syncope (version 2009). Eur Heart J 2009; 30:2631.